10.- ACERCA DE LA VOZ

ACERCA DE LA VOZ
Entendemos por “la voz” todo lo que incluye el habla aparte de las palabras mismas. Los indicios vocales más comunes de un engaño son las pausas demasiado largas o frecuentes. La vacilación al empezar a hablar, en particular cuando se debe responder a una pregunta, puede suscitar sospechas, así como otras pausas menores durante el discurso si son frecuentes. Otras pistas las dan ciertos errores que no llegan a formar palabras, como algunas interjecciones (“¡Ah!“, “¡ooooh!” “esteee”...”), repeticiones (“Yo, yo, yo quiero decir en realidad que...”) y palabras parciales (“En rea-realidad me gusta”).

El signo vocal de la emoción que está más documentado es el tono de la voz. En un 70 %, aproximadamente, de los sujetos estudiados, el tono se eleva cuando están bajo el influjo de una perturbación emocional. Probablemente esto sea más válido cuando dicha perturbación es un sentimiento de ira o de temor, ya que algunos datos, aunque no definitivos, muestran que el tono baja con la tristeza o el pesar. Y aún no han podido averiguar los científicos si el tono de la voz cambia o no en momentos de entusiasmo, angustia, repulsa o desdén. Otros signos de la emoción, no tan bien demostrados pero sí prometedores, son la mayor velocidad y volumen de la voz cuando se siente ira o temor, y la menor velocidad y volumen cuando se siente tristeza. Es previsible que haya avances respecto de la medicación de otras características de la voz, como el timbre, el espectro de la energía vocal en distintas bandas de frecuencia, y las alteraciones vinculadas al ritmo respiratorio.

Un tono más elevado no es signo de engaño; es signo de temor o rabia, quizá también de excitación. En nuestro experimento, un signo de esas emociones dejaba traslucir que la estudiante no estaba, como decía, tan contenta por las hermosas flores que veía en la película. Pero es peligroso interpretar cualquiera de los signos vocales de emoción como evidencia de estar ante un engaño. Una persona veraz a quien le preocupa que no le crean lo que dice puede, por ese temor, tener el mismo tono elevado de la voz que un mentiroso por su temor a ser atrapado. El problema, para el cazador de mentiras, es que no sólo los mentirosos se emocionan, también los inocentes lo hacen de vez en cuando. Al examinar cómo puede confundirse un cazador de mentiras en su interpretación de otros indicios potenciales del engaño, me referiré a esto como el "error de Otelo"; explicaré en detalle este error, y las medidas que pueden tomarse para resguardarse de él, más adelante. Por desgracia, no es sencillo evitarlo. Las alteraciones de la voz que pueden traicionar un engaño son asimismo vulnerables al riesgo de Brokaw (no tener en cuenta las diferencias individuales en la conducta emocional), que hemos mencionado con respecto a las pausas y circunloquios en el habla.(Volver al Indice)

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