Investigación comprobó que, pese a que la violencia es mayor en básica, los efectos se sienten más en media.
por Luna Rosenmann
Hace tres semanas, la comisión de educación del Senado aprobó el proyecto de ley sobre violencia escolar, que pretende poner coto a los índices de matonaje estudiantil que se han detectado en los colegios.
La iniciativa cuenta con el respaldo del Ministerio de Educación y concita bastante apoyo a nivel ciudadano, porque se ha demostrado que los problemas de convivencia al interior de la sala de clases no sólo afectan emocional y sicológicamente a los niños, sino que impactan negativamente en su rendimiento escolar. Pero, ¿cuán grande es el efecto? Es lo que buscó responder un estudio hecho por las investigadoras María Isabel Toledo y Virna Gutiérrez, de la Universidad Diego Portales; y Abraham Magendzo, de la Academia de Humanismo Cristiano.
El trabajo se realizó en base a un cuestionario autoaplicado a 25 mil 200 estudiantes, pertenecientes a 885 establecimientos municipales, subvencionados y particulares pagados de la Región Metropolitana.
El 40% de los estudiantes encuestados de enseñanza básica se considera víctimas de intimidación verbal. El 13% es insultado o descalificado, al menos, una vez a la semana, otro 9,3% diariamente y un 15% recibe insultos una vez al mes.
Otro 30% de los alumnos entrevistados dice haber sido golpeado durante el semestre y, de entre ellos, uno de cada 10 niños acusa sufrir maltratos, al menos, una vez a la semana, el 10,3% es agredido una vez al mes y el 1,3% declara recibir golpes diariamente.
En enseñanza media, los índices de violencia son menores: un tercio de los estudiantes dice recibir agresiones sicológicas y, de ellos, el 5,4% escucha insultos, al menos, una vez al día. Sólo uno de cada 10 jovenes es víctima de agresión física.
La explicación que da Magendzo es que con el pasar de los años los estudiantes toman conciencia de la gravedad del bullying. "La edad más crítica es a los 12 años, pero más adelante los menores comienzan a entender el tema y comprenden que la agresión produce mucho daño", aclara.
Sin embargo, es en la educación media cuando se nota el impacto entre intimidación y rendimiento. En tercero medio, según el estudio, el Simce del curso baja hasta 14% cuando hay matonaje en él. Para los expertos, esto demuestra que el bullying tiene un efecto a largo plazo: pese a que los índices son mayores en la enseñanza básica, en este nivel no existe una relación significativa entre matonaje y rendimiento. El efecto se nota recién en la enseñanza media.
Según los expertos, el impacto, a nivel individual, se produce porque el proceso de aprendizaje está marcado por las emociones. En otras palabras, para poder aprender, hay que tener una predisposición positiva y una alta autoestima, que permitan tener sensaciones de logro.
Pero en las agresiones no sólo participan los intimadores y sus víctimas. El resto del curso también juega un rol, ya sea como ayudante del agresor, testigo o apoyo de la víctima. Y ello explica por qué todo el rendimiento del curso se ve afectado. "Se genera un clima de desagrado, violencia y desorden en la sala, por lo tanto no hay condiciones para estar seguro y tranquilo, lo que deteriora la posibilidad de aprender", explica María Isabel Toledo.
Los niños agredidos se restan de las actividades pedagógicas, lo que, a su vez, impacta en las actividades de toda la escuela, debido a que el aprendizaje es colectivo, por lo que las preguntas y acotaciones de los pares también alimentan el aprendizaje propio de los niños. "Los aprendizajes son masivos, se aprende de las preguntas del resto y el bullying excluye a alumnos que podrían ser un gran aporte", agrega Toledo.
A ello se agrega que en la adolescencia la relación con los pares es más importante. "Los jóvenes buscan formar una identidad propia y desapegarse de los padres, por lo que es muy importante para ellos que su grupo de compañeros de curso los acoja", dice Ernesto Treviño, académico de la UDP.
Por todos estos factores, según pudo comprobar el estudio, el matonaje es el factor que más influye en el clima escolar y éste, a su vez, es, dentro del aula, lo que más impacta en el aprendizaje.
Es por esto que los investigadores recomiendan prevenir el bullying desde edades tempranas y no sólo cuando se presenta.
Los colegios municipales son los que presentan un mayor porcentaje de intimidación constante
Ser golpeado o insultado varias veces al día por compañeros de curso es considerado como una intimidación intensa por los expertos.
Y es este tipo de agresión el que sufre casi la mitad de los alumnos de colegios municipales, que en un 48,6% de los casos asegura ser intimidados más de una vez durante la jornada. Incluso, entre enero y agosto de este año, el Mineduc recibió 575 denuncias por maltrato en ese tipo de establecimientos.
La intimidación intensa también la sufren cuatro de cada 10 alumnos de colegios subvencionados.
Para los estudiantes de colegios particulares pagados, el problema es mucho menor, ya que sólo un 11,4% de ellos acusa ser intimidado varias veces al día por uno o más de sus compañeros.
Lo que sí se da con más frecuencia en este tipo de colegio es la intimidación esporádica. Un 38,3% de los alumnos de estos planteles dice ser acosado una vez al mes.
Esta práctica no es tan recurrente en las escuelas municipales, donde sólo un 27,2% de los jóvenes es maltratado mensualmente. En los establecimientos subvencionados la cifra alcanza un 34,6%.
En cuanto a las víctimas en riesgo de cronificación, que son atacadas una o dos veces a la semana no hay grandes diferencias.
por Luna Rosenmann
Hace tres semanas, la comisión de educación del Senado aprobó el proyecto de ley sobre violencia escolar, que pretende poner coto a los índices de matonaje estudiantil que se han detectado en los colegios.
La iniciativa cuenta con el respaldo del Ministerio de Educación y concita bastante apoyo a nivel ciudadano, porque se ha demostrado que los problemas de convivencia al interior de la sala de clases no sólo afectan emocional y sicológicamente a los niños, sino que impactan negativamente en su rendimiento escolar. Pero, ¿cuán grande es el efecto? Es lo que buscó responder un estudio hecho por las investigadoras María Isabel Toledo y Virna Gutiérrez, de la Universidad Diego Portales; y Abraham Magendzo, de la Academia de Humanismo Cristiano.
El trabajo se realizó en base a un cuestionario autoaplicado a 25 mil 200 estudiantes, pertenecientes a 885 establecimientos municipales, subvencionados y particulares pagados de la Región Metropolitana.
El 40% de los estudiantes encuestados de enseñanza básica se considera víctimas de intimidación verbal. El 13% es insultado o descalificado, al menos, una vez a la semana, otro 9,3% diariamente y un 15% recibe insultos una vez al mes.
Otro 30% de los alumnos entrevistados dice haber sido golpeado durante el semestre y, de entre ellos, uno de cada 10 niños acusa sufrir maltratos, al menos, una vez a la semana, el 10,3% es agredido una vez al mes y el 1,3% declara recibir golpes diariamente.
En enseñanza media, los índices de violencia son menores: un tercio de los estudiantes dice recibir agresiones sicológicas y, de ellos, el 5,4% escucha insultos, al menos, una vez al día. Sólo uno de cada 10 jovenes es víctima de agresión física.
La explicación que da Magendzo es que con el pasar de los años los estudiantes toman conciencia de la gravedad del bullying. "La edad más crítica es a los 12 años, pero más adelante los menores comienzan a entender el tema y comprenden que la agresión produce mucho daño", aclara.
Sin embargo, es en la educación media cuando se nota el impacto entre intimidación y rendimiento. En tercero medio, según el estudio, el Simce del curso baja hasta 14% cuando hay matonaje en él. Para los expertos, esto demuestra que el bullying tiene un efecto a largo plazo: pese a que los índices son mayores en la enseñanza básica, en este nivel no existe una relación significativa entre matonaje y rendimiento. El efecto se nota recién en la enseñanza media.
Según los expertos, el impacto, a nivel individual, se produce porque el proceso de aprendizaje está marcado por las emociones. En otras palabras, para poder aprender, hay que tener una predisposición positiva y una alta autoestima, que permitan tener sensaciones de logro.
Pero en las agresiones no sólo participan los intimadores y sus víctimas. El resto del curso también juega un rol, ya sea como ayudante del agresor, testigo o apoyo de la víctima. Y ello explica por qué todo el rendimiento del curso se ve afectado. "Se genera un clima de desagrado, violencia y desorden en la sala, por lo tanto no hay condiciones para estar seguro y tranquilo, lo que deteriora la posibilidad de aprender", explica María Isabel Toledo.
Los niños agredidos se restan de las actividades pedagógicas, lo que, a su vez, impacta en las actividades de toda la escuela, debido a que el aprendizaje es colectivo, por lo que las preguntas y acotaciones de los pares también alimentan el aprendizaje propio de los niños. "Los aprendizajes son masivos, se aprende de las preguntas del resto y el bullying excluye a alumnos que podrían ser un gran aporte", agrega Toledo.
A ello se agrega que en la adolescencia la relación con los pares es más importante. "Los jóvenes buscan formar una identidad propia y desapegarse de los padres, por lo que es muy importante para ellos que su grupo de compañeros de curso los acoja", dice Ernesto Treviño, académico de la UDP.
Por todos estos factores, según pudo comprobar el estudio, el matonaje es el factor que más influye en el clima escolar y éste, a su vez, es, dentro del aula, lo que más impacta en el aprendizaje.
Es por esto que los investigadores recomiendan prevenir el bullying desde edades tempranas y no sólo cuando se presenta.
Los colegios municipales son los que presentan un mayor porcentaje de intimidación constante
Ser golpeado o insultado varias veces al día por compañeros de curso es considerado como una intimidación intensa por los expertos.
Y es este tipo de agresión el que sufre casi la mitad de los alumnos de colegios municipales, que en un 48,6% de los casos asegura ser intimidados más de una vez durante la jornada. Incluso, entre enero y agosto de este año, el Mineduc recibió 575 denuncias por maltrato en ese tipo de establecimientos.
La intimidación intensa también la sufren cuatro de cada 10 alumnos de colegios subvencionados.
Para los estudiantes de colegios particulares pagados, el problema es mucho menor, ya que sólo un 11,4% de ellos acusa ser intimidado varias veces al día por uno o más de sus compañeros.
Lo que sí se da con más frecuencia en este tipo de colegio es la intimidación esporádica. Un 38,3% de los alumnos de estos planteles dice ser acosado una vez al mes.
Esta práctica no es tan recurrente en las escuelas municipales, donde sólo un 27,2% de los jóvenes es maltratado mensualmente. En los establecimientos subvencionados la cifra alcanza un 34,6%.
En cuanto a las víctimas en riesgo de cronificación, que son atacadas una o dos veces a la semana no hay grandes diferencias.
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