Psicopedagogos. ¿Una moda o algo más?

Muchos padres pueden considerarlas una moda, pero lo cierto es que cuando un niño tiene problemas de aprendizaje, las terapias con especialistas realmente ayudan. La clave está en un buen diagnóstico, una correcta derivación y el inicio rápido del tratamiento.
“Es aconsejable que su hijo empiece a ir a un psicopedagogo”. Para muchos padres esta recomendación puede resultar devastadora, ya que lo primero que tienden a pensar es que su hijo quizás no es tan inteligente como pensaban. Pero para otras parejas puede ser un verdadero alivio saber que por fin alguien los ayudará.

Sin embargo, en ambos casos la pregunta inevitable es: ¿por qué?

“La derivación a la Psicopedagogía está indicada cuando en un niño se sospecha la presencia de algún problema de aprendizaje”, explica Yuri Dragnic, neurólogo infantil del Hospital Clínico de la Universidad de Chile. Y esa suposición surge básicamente cuando no se logran los objetivos académicos esperables para su edad.

En eso coincide Antonietta Ramaciotti, docente del departamento de Psicopedagogía de la Facultad de Educación de la Universidad Católica (UC), quien sostiene que al indicador de rendimiento es necesario agregar otros dos: cuando profesora y papás hacen todo lo que está en sus manos por ayudar al niño, pero pareciera que nada funciona; y cuando el niño comienza con clases particulares y sus resultados académicos no mejoran.

No obstante, también existen otras conductas que pueden convertirse en un signo de alerta para los padres, como la desmotivación o el rechazo escolar. Además, puede haber antecedentes relativos al desarrollo, como que haya presentado problemas de lenguaje en su etapa preescolar. En ese caso, el niño “tiene más riesgos de llegar a presentar problemas de aprendizaje”, afirma Yuri Dragnic.

A juicio del neurólogo, una vez pasada la etapa de consulta, es necesario que el niño sea evaluado de manera integral para determinar qué variables pueden estar influyendo en su bajo desempeño escolar. Esa evaluación puede ser solicitada por cualquier profesional vinculado a las áreas médica, psicológica o psicopedagógica, pero -de acuerdo a Dragnic- también debería incluirse en ella a un neurólogo o psiquiatra infantil, quienes pueden descartar la presencia de una “patología médica intercurrente” (retardo mental, problemas de audición o visuales, depresión, etc.).

Otro aspecto importante es distinguir si lo que se enfrenta es un problema del aprendizaje o un trastorno. En el primer caso -explica Ramaciotti- generalmente hay factores externos que influyen en el comportamiento del niño, como problemas de metodología en la sala de clases, cambios constantes de profesor o conflictos emocionales en el hogar.

“Cuando ocurre eso, generalmente el problema se supera, porque basta con cambiar la metodología o ajustar algunas cosas”, afirma la docente.

El panorama cambia cuando lo que hay es un trastorno, ya que éste implica que detrás del problema hay una variable neurológica. “No hay un factor intelectual, son niños muy inteligentes, pero que tienen una inmadurez en el sistema nervioso central”, se apura en aclarar Ramaciotti.

Por esa razón, esos casos son “altamente resistentes”, es decir, persisten incluso en etapas adultas, aunque las terapias sí ayudan a compensarlos. “Un disléxico no va a dejar de serlo nunca, pero el tratamiento le permite compensar y le va a ir regio en la vida. En el fondo, si confunde la ‘b’ o la ‘d’ va a dar lo mismo, porque va a leer y va a entender”, sostiene la psicopedagoga.

Ellos deben saber

En relación a la edad “ideal” para comenzar las terapias, los especialistas coinciden en que ésta depende del momento en que se presente el problema. En este sentido, pueden distinguirse tres períodos diferentes: cuando el niño inicia el aprendizaje lector; en 3° o 4° básico cuando empieza a tener un profesor diferente para cada asignatura; y en 7° básico, aunque en este último caso generalmente se trata de un problema que se presentó en el pasado y que se ha “arrastrado” en el tiempo.

Independientemente de en cuál de las tres etapas se hayan manifestado las dificultades, los expertos estiman que es fundamental que el trabajo empiece cuanto antes.

“El ideal es un trabajo lo más precoz posible con fines diagnósticos y terapéuticos”, afirma Yuri Dragnic.

“Entre antes mejor”, coincide Ramaciotti, quien añade un factor importante a considerar: “Los niños van quedando muy marcados y comienzan a tener una baja percepción de sí mismos. Entonces, muchas veces a los problemas de aprendizaje se les agrega un componente de autoestima, porque empiezan a pasarlo mal”.

Y, tomando en cuenta eso, también es conveniente explicarle al niño cuál es su problema y por qué deben ser ayudados por un especialista.

“Estamos hablando de niños que se dan cuenta y sufren por sus dificultades. Por ello es necesario motivarlos e involucrarlos en la resolución de ‘su’ problema”, enfatiza el neurólogo.

Sin embargo, el niño y sus padres no son los únicos actores en todo esto, ya que otro papel fundamental lo tiene el colegio.

“No se saca nada con que los papás ‘gasten la pepa del alma’ en los tratamientos, si el sistema escolar, si el colegio, tampoco flexibiliza y facilita. Tiene que haber una cooperación del colegio, es una responsabilidad compartida”, puntualiza la psicopedagoga.

Mala fama

Pero, el compromiso del colegio va más allá de sólo colaborar, ya que también es fundamental el buen diagnóstico y la correcta derivación.

“Muchas veces el profesor no sabe qué hacer y envía al niño al psicopedagogo, sin considerar que quizás con clases particulares o con buenas metodologías en la sala, podría funcionar”, explica la docente de la UC. “No es algo al azar, debe haber una evaluación”, enfatiza.

Esta situación ha hecho que muchos padres piensen que los tratamientos de Psicopedagogía son una “moda” y pierdan así “credibilidad”. A su vez incide en la acogida que por lo general tiene en los padres la recomendación de enviar a su hijo a un psicopedagogo.

“Hay papás que francamente tienen una buena acogida, pero en general la reacción no es buena”, sostiene Ramaciotti.

Y tras “digerir” el consejo, viene el dilema de cuál psicopedagogo elegir.

“En principio todos los psicopedagogos están habilitados para realizar una evaluación diagnóstica aplicando diversos tests que están estandarizados”, explica el doctor Dragnic. Pero -agrega el neurólogo- “en el caso de niños que estudian en colegios bilingües, es conveniente que el psicopedagogo también lo sea”.

Otra opción es recurrir a especialistas recomendados por “conocidos”, lo que a juicio de Ramaciotti no es malo.

“Pero también es bueno recurrir a aquellos que trabajan con los equipos de los colegios. Así se puede mantener la comunicación entre la casa y el colegio, y eso ayuda bastante”, concluye la psicopedagoga.

Viernes 2 de Julio de 2010
Por M. Francisca Prieto


1 comentario: