¿Buscamos moldear o educar a los niños?. Humberto Maturana

Hoy en día podemos observar como cierta parte de las instituciones educacionales de nuestro país, invitan a través de su modo de educar, en base a modelos y teorías, qué hay que seguir y hacia dónde hay que llevar a nuestros niños, niñas y jóvenes. Las instituciones educacionales funcionan con estereotipos de lo que son los jóvenes, lo que genera cegueras y traen dolor tanto a los profesores como a los alumnos, a los padres y madres, ya que éstos viven mundos distintos, alejados los unos de los otros.

El modelo actual genera dolor en los educadores y educados porque lleva hacia la construcción de un futuro que no está aquí, y no se vive el presente del proceso educativo en el que han de estar inmersos. Los niños no aparecen ahí para que su imaginación, creatividad y deseos sean potenciados. Los guiamos hacia los mejores resultados que puedan obtener, en base a lo que dicho modelo dicta que han de estar obteniendo.

Es ahí desde dónde podemos distinguir que los alumnos y profesores dejan de tener presencia en función del modelo y la teoría educacional. Es ahí donde el espacio relacional que viven los alumnos y los profesores en su encuentro, ocurre desde una relación instrumental hacia la consecución de ciertos resultados dejando totalmente de lado el “estar presente”, en el ocurrir del educar, como un proceso de transformación en la convivencia que los llevaría a ser ciudadanos serios y responsables en su conciencia social y ética.

Asimismo, dicho modelo niega el presente de los alumnos, ya que dejan de ser vistos como personas en su totalidad y legitimidad. Son vistos como niños y niñas que han de ser moldeados y normalizados, desde la atenta guía del modelo que normaliza y generaliza a todo aquél que pasa por ahí. En este sentido, el modelo educacional aparece como autoritario, ya que se considera que el tener acceso a un cierto saber genera poder.

¿Desde dónde es que podemos observar que fenómenos como el bullying están cada vez más presentes en la educación en Chile?

Me atrevería a decir que eso ocurre como consecuencia de un modelo que no respeta ni valida la diversidad, ya que pretende la normalización, y eso es lo que aprenden nuestros niños y niñas. Si vemos que el sistema educacional castiga y genera espacios de corrección para aquellos que son diferentes a lo que el modelo plantea, nuestros niños aprenden a castigar a quienes son diferentes. Los espacios de respeto desaparecen.

Deseamos invitar a mirarnos, tanto uno a sí mismo como a otros en la convivencia, generando espacios de mutuo respeto y en la construcción de un mundo que nace en el estar presente desde aquello que somos en este presente. Ya no queremos guiar nuestro operar desde el resultado que deseamos obtener en un futuro lejano. Queremos abrir espacios de bien-estar en el educarnos unos a otros en la convivencia. Queremos invitar a generar espacios sociales y comunidades que centren su mirada en las personas y ya no más normalizaciones ni generalizaciones.

Es aquí desde dónde invitamos a que aparezcan cada vez más educadores sociales.

¿Quién es un educador social?

Cualquier persona adulta que escoge vivir en la psiquis de un creador de espacios de convivencia reflexiva en los cuales los niños, niñas, jóvenes, pueden crecer deseando llegar a ser personas adultas autónomas, serias, alegres y responsables, con conciencia ética y social, en un cosmos humano cambiante que ellos generan como un ámbito deseable para vivir y convivir en él, en el mutuo respeto desde el respetarse a si mismos como unos seres primariamente amorosos.

¿Es posible esto? Sin duda es posible. De hecho todas las personas mayores vivirán así si no están atrapados en teorías educacionales, filosóficas o políticas que los niegan en el deseo consciente o inconsciente de conservar un convivir en relaciones de autoridad y sometimiento, de competencia, éxito y adicción al poder y al lucro.

La mamá, el papá, el maestro, los políticos, en fin, todas las personas mayores desde el momento que en nuestro vivir nos hemos transformado en personas adultas, autónomas, reflexivas, que viven y conviven desde el centro de si mismas, configuramos con nuestro vivir el mejor espacio de buena tierra para el crecimiento de los niños, niñas, jóvenes y otras personas mayores.

Al vivir así nos transformamos en un educador social, sin esfuerzo, sólo en el deseo de vivir y convivir con los niños, niñas, jóvenes y mayores en un espacio donde ellos no son una impertinencia, donde todas sus preguntas son legítimas, donde no se castiga el error, y donde no se tiene miedo a desaparecer porque se piensa distinto y se puede reflexionar. En fin, al vivir así al mismo tiempo generamos en y desde nuestro vivir individual-social un modo de vivir que resulta en un cambio cultural.

Humberto Maturana, biólogo, cofundador de la Escuela Matriztica
Emol 6 de Abril de 2010.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario