Guía: Cómo elegir talleres según las habilidades de cada edad

Además de entretener, las actividades extraprogramáticas ayudan a desarrollar competencias claves en cada etapa del crecimiento, como el control de las emociones. Mientras la danza desarrolla la empatía y la capacidad de salir del "yo", entre los 5 y 7 años; la cocina les ayuda a relacionarse con números y medidas.

Entretenerse, conocer amigos y desarrollar nuevas habilidades son algunos de los objetivos de los talleres extraprogramáticos que ofrecen los colegios. Aunque los sicólogos y sicopedagogos son claros en aclarar que el taller escogido debe ser la opción de los niños -y no de los padres-, los talleres pueden ayudar a desarrollar ciertas habilidades propias de cada etapa del desarrollo escolar.

ENTRE 5 Y 7 AÑOS

En esta etapa, los niños tienen una personalidad egocéntrica, de la que tienen que comenzar a salir para relacionarse con sus pares. El teatro los ayuda a ponerse en el lugar de otras personas, a leer a los demás y a quebrar la timidez propia de los pequeños. "Claro que no se puede poner a la niña más tímida como protagonista, porque tampoco se los puede forzar", aconseja Dominga Figueroa, sicóloga infantil.

El dibujo colectivo, donde se hagan creaciones en conjunto, y la danza también desarrollan la empatía y la capacidad de salir del "yo". En este último, los niños deben seguir los pasos que hacen los otros.

A nivel cognitivo, los niños ya son capaces de compartir libros con sus pares, preguntar acerca de un texto y son capaces de sintetizar lo que ya han leído. Para estimular la comprensión de lectura, un taller de títeres es la opción, ya que ahí aprenden a contar historias y a utilizar el vocabulario.

ENTRE 8 Y 10 AÑOS

Quebrar dos huevos o cernir medio kilo de harina ayuda a relacionarse con los números y las medidas, habilidad que debería desarrollarse a esta edad: operaciones matemáticas y números en actividades diarias y utilizar la medición de forma práctica.

Los scouts también sirven para las matemáticas porque desarrollan la abstracción. "El ordenar y organizar, desde el grupo de niños hasta la mochila, sirve para resolver, por ejemplo, ejercicios combinados de sumas con multiplicación, donde se requiere de una planificación", explica Paola Siña, psicopedagoga de la U. Andrés Bello.

En esta etapa, los niños comienzan a controlar la expresión de sus emociones con menos ayuda de un adulto. La gimnasia rítmica y la artística permite que aprendan a planificar y a desarrollar el autocontrol, ya que se realizan ejercicios coordinados con otros.

Las artes marciales también son adecuadas, ya que requieren concentración y meditación.

ENTRE 11 Y 12 AÑOS

A esta edad, los niños comienzan a seleccionar comportamientos constructivos en vez de los destructivos. Por ejemplo, cuando retan a los adultos porque fuman. También en este periodo se fomentan las relaciones sociales: los niños ayudan a los más pequeños, son capaces de resolver conflictos en grupo y expresan sus opiniones en conjunto. Por eso, es la edad ideal para los deportes.

En los coletivos, se fomentan las redes sociales y los niños se sienten parte de un equipo y aprenden a resolver cosas en conjunto, dice Eugenia Valdés, sicóloga de la UC.

Mientras los deportes individuales, desarrollan la autoestima, clave para el bienestar en la etapa siguiente, la adolescencia.

¿CÓMO Y CUÁNTO?

No estresar a los niños, es el mensaje de los sicólogos. Un taller a la semana es lo ideal, independiente de la edad. Después de los 8 años podría aumentarse a dos talleres por semana, si el niño demuestra capacidad para organizarse. "No hay que replicar la vida adulta, de estar corriendo, porque sino se puede caer en estrés infantil", explica Marisol Latorre, académica de la UAH.

Si un niño está cansado y a mitad de semestre no quiere seguir en un taller, hay que ser flexible. "Los papás deben evaluar en el camino y respetar la individualidad del niño, sin obligarlo a continuar en algo que no quiere", explica Pía Santelices, sicóloga de la UC.

Además, los expertos piden a los papás moderar el exitismo. "Si al padre le importa más el resultado que el niño, estamos mal. Apoyar al niño es dar un paso atrás, acompañarlo en silencio. No se puede estar gritando: 'te toca a tí, hazlo'", explica Dominga Figueroa.

POR BEATRIZ MICHELL

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