16.- CÓMO OPERA EL POLÍGRAFO

CÓMO OPERA EL POLÍGRAFO
El Webster Dictionary define el término “polígrafo” (polygraph) como “un instrumento para registrar las marcas que producen varias pulsaciones diferentes que actúan en forma simultánea; en términos generales, DETECTOR DE MENTIRAS”. Las pulsaciones se registran mediante los movimientos de unas agujas que marcan sobre una tira móvil de papel graduado. Habitualmente se designa con este término al aparato destinado a medir cambios en la actividad del sistema nervioso autónomo (SNA), aunque las agujas del polígrafo pueden medir en rigor cualquier tipo de actividad.

Expliqué que la actividad del SNA (alteraciones en el ritmo cardíaco, la presión arterial, la conductividad y temperatura de la piel, etc.) son signos de activación emocional. Mencioné que algunas de estas alteraciones, como el aumento del ritmo respiratorio, el sudor, el rubor y el enrojecimiento facial, pueden observarse sin el polígrafo. El polígrafo registra estos cambios con más exactitud, detecta algunos que son tan mínimos que no pueden verse, y ciertas actividades del SNA (por ejemplo, el ritmo cardíaco) que directamente no son visibles, Lo hace amplificando señales procedentes de unos sensores que se adhieren a distintas partes del cuerpo. En la forma típica de usarlo, se le aplican al sujeto cuatro sensores: en torno del pecho y el vientre se le colocan fajas o tubos neumáticos capaces de medir los cambios en el ritmo y profundidad de la respiración; alrededor del bícep, un dispositivo para medir la presión arterial; el cuarto sensor mide cambios minúsculos en la transpiración de la piel, captados por electrodos de metal pegados a los dedos.

Si bien el Webster’s Dictionary está en lo cierto al decir que a veces al polígrafo se lo llama “detector de mentiras”, esta afirmación es equívoca: el polígrafo no detecta las mentiras per se. Todo sería mucho más simple si hubiera algún signo específico del mentir que no pudiera corresponder a ninguna otra cosa; pero no lo hay. En lo tocante al polígrafo se discute casi todo, pero hay algo en lo que coinciden todos los que lo utilizan, y es que no mide directamente las mentiras. Mide únicamente los signos de activación del SNA, o sea, las alteraciones fisiológicas generadas principalmente por la activación emocional del individuo. Y lo mismo hacen los indicios conductuales del engaño. Recuérdese que antes expliqué que ninguna expresión facial, gesto o cambio en la voz es un signo de mentira per se. Sólo marcan la presencia de una emoción o de una dificultad para pensar. A partir de esto puede inferirse que el sujeto ha mentido si la emoción no se ajusta, a su estrategia o si parece estar componiendo una estrategia. El polígrafo brinda una información menos precisa que los indicios conductuales respecto de la emoción específica suscitada. Una microexpresión facial puede revelar que alguien está enojado, temeroso, que se siente culpable, etc.; el polígrafo sólo nos dirá que siente alguna emoción, sin precisarnos cuál.

Para detectar las mentiras, el examinador compara la actividad que registra el diagrama del polígrafo cuando se le formula al sujeto la pregunta decisiva (“¿Robó usted los 750 dólares?”); con la respuesta del sospechoso a otra pregunta que no se vincula con la cuestión (“¿Hoy es martes?”, “¿En algún momento de su vida robó algo?”). Se identifica a un individuo como culpable si el polígrafo le detecta una mayor actividad ante la pregunta relevante que ante las otras.

El examen del polígrafo, al igual que los indicios conductuales del engaño, es vulnerable a lo que he llamado el error de Otelo. Recordemos que Otelo pasó por alto que la reacción de Desdémona podía obedecer al lógico temor de una esposa cuyo marido no cree en sus palabras, y no a la angustia de una adúltera al verse atrapada. No sólo los mentirosos pueden emocionarse, también los inocentes cuando saben que la sospecha recae sobre ellos. Una persona puede tener alguna reacción emocional si se ve sometida a investigación porque se ha cometido un delito, o si es interrogada sobre una actividad suya que podría poner en peligro la acreditación que necesita para mantener su empleo, o si se sospecha que le ha revelado a la prensa la información contenida en un documento confidencial. El solo hecho de someter a alguien a la prueba del polígrafo puede bastar para provocarle temor, y éste será particularmente intenso si el sujeto tiene motivos para pensar que el examinador, y la policía en general, tienen algún prejuicio contra él. Por lo demás, el temor no es la única emoción que puede entrar en juego, como he señalado antes, tanto para el inocente como para el culpable. (Volver al Indice)

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