JONATHAN CARR LA PETITE HISTORIE DEL CLAN WAGNER

La petite histoire del clan Wagner

Lo más valioso del libro es el examen de las relaciones entre Wagner, sus descendientes y las realidades que enfrentaron durante diferentes regímenes.
Si el lector es de aquellos que perciben algo trascendental e inexpresable, inconmesurablemente superior a lo cotidiano, cuando escuchan ciertos pasajes del Tristán, o del Anillo del Nibelungo, del Holandés errante o de Tannhäuser, Lohengrin, Parsifal, esta obra nada le aportará para ir más lejos o más alto. Hay otras miles que, desde incontables enfoques -musicológicos, psicológicos, históricos y demás-, lo ayudarán más que éste en ese adentramiento (o ascensión, diríamos más bien los wagnerianos) en la música wagneriana. Justo es admitir que tal no es la meta del autor, pero resulta difícil olvidar que, sin la genialidad de ella, este libro jamás se habría escrito.

Y si el lector es versado en Wagner -como adorador o como detractor-, difícilmente encontrará a su respecto algo que no consignen ya una o más de obras anteriores. Si es un interesado primerizo, las 87 páginas iniciales son una biografía razonablemente breve del compositor, felizmente ajena al tono hagiográfico, que reconoce tanto su inmensa grandeza creadora como sus abundantes rasgos repelentes. Carr mantiene su texto en un equilibrio que evita el panegírico y la diatriba. Así, el repulsivo antisemitismo de muchos de escritos wagnerianos-que tantas veces le es reprochado, como si hubiera sido casi el causante del Holocausto -tesis de Joachim Köhler en "El Hitler de Wagner - El profeta y su ejecutor" (1997), que Carr descarta-, se presenta en el contexto de su época -de inmensas culpas compartidas con muchos no wagnerianos y no alemanes- y también de las muchas flagrantes contradicciones en que el propio Wagner incurrió con toda desaprensión (y confusión o brutal pragmatismo) en sus relaciones personales con muchos judíos.

Carr desliza aquí y allá ciertos toques de británico humor, bienvenidos en "el caso Wagner", a menudo tratado con despiadada seriedad. Un ejemplo: el mujeriego Richard, ya añoso (asegurándose de no ser visto por Cósima -su suma sacerdotisa y temible cónyuge-), coge la mano de la atractiva y sustancialmente más joven Judith Gautier y le susurra al oído que "ansía oír todas sus obras estando en brazos de ella". Paréntesis de Carr: ("hazaña que, incluso dándole el tempo más ágil que fuera posible, habría tenido una duración superior a cincuenta horas"). Y otro: Cósima, ya viuda y a cargo del festival de Bayreuth, contrata a Isadora Duncan para que apoye el montaje de Tannhäuser en 1904, específicamente en lo relativo a la bacanal del Venusberg, en la que "la orgía escénica era un fracaso (como suele serlo casi siempre), al no estar a la altura del erotismo de la música de Wagner". Y sostiene Carr que, fiel a sus liberales costumbres, la Duncan "se puso a trabajar en la recreación de la escena en Venusberg tanto en el escenario como fuera", en su propia casa: "toda clase de famosos visitantes acudían a su puerta de noche... y desaparecían al alba".

El interés del libro se acrecienta cuando a la conocida grande histoire del maestro sigue la petite histoire de la descendencia que se disputa, ocupa o arrebata el poder en el templo de Bayreuth comenzando por su viuda y continuando por las implacables defenestraciones de hermanos (y hermanas) por hermanos, de tíos y tías por sobrinos, de primos por primos, de cónyuges por ex cónyuges, de madrastras por hijastros, y hasta de una madre por sus hijos y de un hijo por su padre... hasta el día de hoy. La editorial (sin querer ser ominosa) añade una página de posfacio de 2009, que resume la toma del poder directorial, en 2008, por las hermanastras Eva y Katharina Wagner, hijas respectivamente de los dos matrimonios de Wolfgang, nieto del maestro.

Por momentos se tiene la impresión de estar leyendo, asesinatos aparte, una versión burguesa de "Yo, Claudio", de Robert Graves, sólo que en vez de venenos y puñales, los descendientes de Wagner buscan (y logran) eliminarse unos a otros mediante libros, memorias, declaraciones, entrevistas, discursos, testamentos, maniobras jurídicas y, por cierto, hechos contundentes. Y también como en la que Boito llamó con acierto la tragica estirpe de los Julio-Claudios, poderosas mujeres (Cosima y Winifred Wagner son las más conspicuas, pero no la únicas) actúan sin piedad, desde la cúspide o entre bastidores, y triunfan o perecen, al igual que los hombres del clan. Como el trono imperial romano, el de Bayreuth parece no tener espacio para reinados compartidos (¿será excepción el nuevo de las bisnietas Eva y Katharina?).

El relato es fluido y da cuenta de los meandros demasiado a menudo oscuros por los que navegan los aspirantes u ocupantes del poder en la Colina Verde, más minuciosamente que su cercana y similar obra predecesora -no aludida en ésta-, "Los Wagners - Poder y secreto de una dinastía teatral", de Hans-Joachim Bauer (Bastei Lübbe, Frankfurt, 2001, al parecer, no traducida del alemán).

Dada la versación del autor en la historia contemporánea de Alemania, lo más valioso del libro son los extensos pasajes en que examina las relaciones entre el fundador, los descendientes, el festival de Bayreuth y sus protagonistas, y las realidades políticas que enfrentaron durante los seis diferentes regímenes políticos (monarquía bávara, imperio unificado, República de Weimar, el III Reich nazi, República Federal, Alemania reunificada) bajo los que han vivido... y sobrevivido.

Para seguir el intríngulis de pugnas desde los nietos del compositor en adelante, es inapreciable el árbol genealógico que abre la obra. Mera medianía, en cambio, y sin mayores aportes en la selección fotográfica que se inserta, aparentemente sin mayor atención a cuanto podría añadir al enriquecimiento del texto. La traducción es aceptable, aunque la corrección de pruebas muestra aquí y allá un rigor distraído (entre otras, dos clásicas erratas: "prístino" no significa "puro" sino "originario", y las dos veces que se usa "espurio", aparece como "espúreo".

Pero, frente a la obra artística del fundador de esta "dinastía", sus grandes pecados e innúmeros pecadillos, así como los del clan, tienen un interés más bien secundario. "Humano, demasiado humano", habría quizás repetido Nietzsche, el más grande (y luego renegado) apóstol wagneriano. En esta línea de interpretación, incomparablemente más valioso habría sido traducir una joya con "El mito del redentor. Los mundos de ensueño de Richard Wagner y la sociedad alemana 1871-1918", de Veit Veltzke.

El autor
Jonathan Carr (1942-2008), periodista y escritor británico, graduado de Cambridge, se desempeñó principalmente en Alemania como corresponsal de Reuters, Radio Europa Libre, "The Economist" y "The Financial Times". En 2000 recibió la Orden del Imperio Britanico, por sus servicios al entendimiento anglo-alemán.

Autor de una biografía (1985) de Helmut Schmidt, Canciller de la R. F. de Alemania, de quien fue amigo personal, tras la reunificación alemana escribió "Goodbye Germany" (1993), un bestseller en Alemania y Japón.

Su otra pasión (al igual como H. Schmidt) fue la música, inseparable de su fascinación por Alemania. Su biografía de Mahler (1998) fue bien recibida por la crítica. Sin embargo, no alcanzó a disfrutar de su mayor éxito, "El clan Wagner" (1997), que en su original inglés llevaba como elocuente subtítulo "La saga de la más ilustre e infame familia de Alemania": concluido en 2007, levantó una ola de elogios, pero el autor falleció, en su Alemania de adopción, el 12 de junio de 2008...el mismo día de la publicación oficial de la traducción al alemán.

FRANCISCO JOSÉ FOLCH

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